Los ciclos de la vida(IV):
“LA BODA”.
Por Mariano Alonso Iglesias.

Publicado en la revista

"Enebro" nº:23,de julio de 1999.

Trataremos en este capitulo uno de los acontecimientos más importantes en la vida de las personas: El Matrimonio.

Se acompañaba la ceremonia con la entrega de arras, herencia romana, y monedas, reminiscencia del precio pagado por la novia a su padre que se cifraba en “realitos” o monedas de plata de cincuenta céntimos, decía el novio “arras te doy en señal de matrimonio” y “yo las recibo” contestaba la desposada.

Cuando el novio era forastero tenía que pagar a los mozos del pueblo. Con este dinero los jóvenes hacían una buena merienda a cuenta del novio y le daban el visto bueno para poder casarse con una chica del pueblo.

Los matrimonios en los que uno de los dos contrayentes eran viudos estaban mal vistos. En estos casos, los jóvenes de la localidad organizaban “cencerradas” que consistían en lo siguiente: en la víspera de la segunda amonestación los jóvenes se acercaban a la puerta de la novia portando toda clase de objetos para poder hacer ruido, tales como cencerros, esquilas, cacerolas y acompañaban estos ruidos ensordecedores con palabrotas de mal gusto y ofensivas. Solían cesar cuando el novio invitaba a los mozos y si no lo más prudente era aguantarse y callar.

Una costumbre muy arraigada era la de que la novia, el día de la boda, se colocaba una moneda de plata en el zapato para que le diera suerte.

El día escogido para la ceremonia era el sábado, día de María Santísima, pero sobre todo víspera de fiesta con lo que no se perdían horas de trabajo.

Se formaba el cortejo por las calles del pueblo hasta llegar a la iglesia donde con gran boato se celebraba la ceremonia.

El traje del novio no ha variado prácticamente con el paso del tiempo; no así el de la novia que solía vestir para la ocasión un traje-chaqueta normalmente de color oscuro.

Una vez terminado el acto religiosos comenzaba el convite; para ello se habían reunido antes los padres de los novios con el fin de acordar el menú. Normalmente se realizaba toda la fiesta en algún almacén o al aire libre. Entre unos y otros habían reunido los platos y cubiertos suficientes para todos los invitados y en más de una ocasión la cosa terminaba mal, pues siempre faltaba algún cubierto cuando se hacía el recuento (en esto parece que no se ha perdido la costumbre).

El menú, siempre copioso, solía consistir en arroz en sus distintas variedades, pollo, albóndigas, dulces y sobre todo buen vino. En alguno casos se ponía un jamón que se iba cortando según las necesidades del momento.

Durante la comida no faltaban las pullas e indirectas que trataban de sonrojar a la novia e inquietar al novio con pícaras insinuaciones sobre “el caldo” o “el chocolate” de la novia.

La fiesta duraba hasta altas horas de la madrugada y era costumbre hacer baile al que se invitaba a todo el pueblo.

La nueva casada llamaba desde ese momento a sus suegros tíos.

Cuando era familia con bienes” se hacía pública ostentación de los haberes de la novia, trasladando el ajuar en caballerías desde la casa del padre a la del marido, saliendo la mujer de “la patria potestad” para entrar en la “manus” marital.

 

 

 

 

 

 

 

 

Volver a Documentos - Recuerdos