POESIA: Hermanas Arana Cabello

Al viejo puente

Puente de piedra,
de piedra centenaria
entre tus dedos deslizas
el transcurrir de sus aguas,
aguas que si tranquilas
son vida y esperanza
pero si enfadadas bajan
las mismas aguas arrasan

Los años que no perdonan
todo, todo, lo cambian
que de chiquillos jugaban
muchas tardes de verano
entre tus aguas claras
cambiando baño por siesta
cuando el sol más apretaba

En invierno era peor
cuando la mujeres bajaban,
con grandes baldes de ropa
a tus aguas a lavarlas,
con latas de agua caliente
y jabón cocido en casa
entre sábanas y sábanas
sus pobres manos heladas
en agua caliente metían
donde poder aliviarlas
calentarse un poquito
y seguir con la colada

Después de un duro día
con el cansancio en sus caras
los animales cargados
la tarde les trae a casa
se encaminan por el puente
al descanso merecido
bajan a los animales
a beber agua en el río.

Del río que yo conocí
casi no queda nada
los años pasan deprisa
la vida todo lo cambia

Tu olmo dará olivas
máquinas por animales cambian
los críos no necesitan
el bañarse ya en tus aguas
las mujeres no pasan frío
que lavan la ropa en casa

La vida ha querido
que sigas aguantando
para que los pueblos vecinos
sigan por ti pasando.

Paquita Arana

Revista Enebro nº 22,
abril de 1998

Mi recuerdo al “Tío Tomás”.

Recuerdo que de pequeña
al llegar el medio día,
el “Tío Tomás” paseaba,
de su calle hacia la mía.

Al llegar junto al recreo
en la olma se sentaba,
y a los chiquillos del pueblo,
mil historias nos contaba.

Como era la pequeña,
a comprar que me mandaban
en la tienda del “Tío Tomás”
seguro allí lo encontraba.

Tenía embutidos, colonia,
pinturas y persianas,
sábanas, mantas, camisas,
y si algo no tenía
seguro te lo encargaba.

El tres de Mayo venía,
y como buen hijo del pueblo
la vara del San Blas llevaba.

Cuando llegaba San Roque,
en el balcón de su casa,
no cabía su familia,
porque, lleno de críos estaba.

A las cinco de la tarde
mientras en la plaza toreaban
chocolate para merendar
a todos los críos nos daba.

Al llegar la Navidad,
salíamos de la escuela,
a ver el escaparate
que de juguetes llenaba.

Al “Tío Tomás” lo recuerdo,
como aun abuelo de cuentos,
lo importante para él
tener a los niños contentos.

Tere Arana Cabello.

Revista Enebro nº 21,
enero de 1998

 

 

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